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Expropiación: tu cara me suena

El cuento del rescate que termina siendo un salvavidas de plomo.

Por Luis Otero

Agroisleña está expropiada. Ven a mí que tengo flor. Se acabó el tiempo de la agroisleña esta… Le hago un llamado a sus dueños para que se pongan en contacto mañana mismo PASA A SER AHORA PROPIEDAD POPULAR. PROPIEDAD PATRIA.

Mientras la claque aplaudía hasta romperse las manos.

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agroisle

Así empezó la destrucción de la industria agroalimentaria en Venezuela.

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3 de octubre de 2010.  La frase de Hugo Chavez desafiaba a sus rivales.  La expresión se usa en el truco, un juego de cartas en el que el engaño al rival es parte del juego, hacerle creer que tenés buenas cartas cuando por ahí no las tenés  y viceversa. Ahora, si cantas flor y no tenés, los puntos van en contra.

En Venezuela la historia le  iba a cargar los puntos en contra a los venezolanos por  el engañoso relato de Chavez, quien cantó flor, pero la agroindustria se terminó marchitando. Ese día, Hugo Chavez dijo que en la semana se iban a reunir con los dueños de AGROISLEÑA .

Casualmente los dueños, se enteraron de la expropiación por la tele. Una coincidencia con el caso Vicentín en la Argentina. Esta fue la reacción de los dueños al enterarse en España

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En esos días, la reacción de una parte del pueblo Venezolano y de los empresarios del país fue totalmente contraria a la expropiación de la empresa, que en ese momento progresaba y generaba riqueza para el país.

Ante la reacción, el chavismo respondía que el gobierno no estaba en guerra con la empresa privada pero la expropiación se hizo. El argumento fue la SOBERANIA ALIMENTARIA.

No era la primera expropiación ni sería la última relacionada con la política de la “soberanía alimentaria”. Con el tiempo estas empresas expropiadas iban a languidecer lentamente para pasar a ser totalmente ineficientes, y en muy pocos años. Los empresarios fueron equiparados por el gobierno a los funcionarios públicos.

Decía el ministro de alimentación, Carlos Osorio “ todas las estructuras que participan en el sistema agroalimentario, de una u otra manera, todos los que allí trabajan, aun siendo una empresa privada, son funcionarios públicos y deben considerarse funcionarios públicos porque el trabajo que hacen es para servir a la población. Y así se fue captando todo.

Los medios nacionales e internacionales fueron destacando en sus títulos paulatinamente los hechos que fueron cambiando al sistema productivo del país para derrumbar la economía venezolana hasta los niveles de hoy. Estos títulos podés encontrarlos hoy en diferentes notas explorando la red.

“Venezuela, opciones frente a la expropiación” (y coincidentemente, “no había opciones”)

“Amplían poderes para expropiar en Venezuela”

“Venezuela, más expropiaciones petroleras”

4 años después de la expropiación  de Agroisleña ya se hablaba de la necesidad de una inversión de miles de millones de dólares para recuperar el potencial de la empresa, que ahora se llama AgroPatria.

La política de “soberanía alimentaria” en realidad fue una política de control de manejo de los alimentos, y el resultado en el mediano plazo fue el hambre y el desabastecimiento.

Antes de Agroisleña, se expropiaron millones de hectáreas de campos cultivables, pero la producción de alimentos bajó. Los pequeños y medianos productores no pudieron conseguir nunca más lo que necesitaban para sus chacras en Agropatria. Sólo lo pudieron hacer generalmente a precio “blue” de alguien que les vende a precio más caro y menos competitivo. No ganó la gente, ganó la especulación.

La Expropiación de Agroisleña fue muy elogiada por el entonces Vicepresidente Jaua “con esto garantizamos que el 51% de la producción sea recibido en la red de distribución social del estado y los productores tratados con justicia”

Cantó falta envido con un caballo y una sota… y El efecto fue el contrario. La producción cayó sistemáticamente y la importación de alimentos aumentó igual que la especulación.

La crisis alimentaria de Venezuela empezó con la expropiación de una empresa de  emprendedores canarios. Agroisleña se convirtió en AgroPATRIA, y no fue una solución, fue un nuevo problema.

agropatria

Ese 3 de octubre de 2010 fue el comienzo de la destrucción de la agroindustria venezolana.

En 1998 Venezuela se procuraba el 60% de las necesidades alimentarias con producción nacional. Diez años después apenas llega a producir el 25% de los alimentos que necesitan los venezolanos. Habían cantado vale 4 pero tenían un ancho falso.

AGROPATRIA, y la política de “soberanía alimentaria” no aseguraron la “soberanía alimentaria” de Venezuela. Aquél relato fue brutalmente desmentido por los hechos y por los padecimientos de los venezolanos. La verdad está en los hechos.

Y esto es lo que pasó y lo que pasa. Hoy faltan semillas para siembra, créditos, facilidades de comercialización, con los que los productores y la gente, al final no recibieron los beneficios de la “soberanía alimentaria” declamada, que en definitiva, quienes repiten esta expresión sin muchos fundamentos deberían explicar si entienden realmente  de lo que están hablando.

La escasez de alimentos aumentó y esto generó desnutrición y el aumento de la mortalidad infantil. La dictadura venezolana empezó con Chávez, la destrucción del campo en Venezuela empezó con Agroisleña.



Hoy los dueños de Vicentin en Argentina padecen una intervención ilegal, basada en un decreto que se apoya en una ley de la dictadura militar. Se enteraron “casualmente” por los medios. Se reunieron con el gobierno que lo único que hizo fue ratificar que la única salida es la expropiación. La policía Federal custodia a los interventores que hoy gestionan la dirección de la empresa

La empresa va a defenderse en tribunales, único lugar en donde deben tomarse las decisiones vinculadas a la situación de la empresa aunque al juez lo han pasado por arriba.

El directorio de Vicentín recibió a los interventores esta semana y en ese momento se labró un acta en la que la empresa RECHAZA LA INTERVENCIÓN Y TODOS SUS TÉRMINOS.

Este domingo 14 Vicentín publica una solicitada en la que cuestiona la decisión del gobierno nacional y anticipa que va a defender sus derechos. ( te copio la solicitada al final).

Piden reestablecer el estado de derecho…. Dicen que la intervención viola las garantías constitucionales, elude la independencia de poderes , y pone en jaque la confianza en las instituciones democráticas.

Piden que las autoridades competentes recapaciten para garantizar a quienes han invertido durante décadas en nuestro país que están amparados por la ley y no expuestos a decisiones arbitrarias.

Chavez en Venezuela decía las cosas con sinceridad brutal, (tenía la suma del poder público, y en términos del juego del truco, tenía todo el mazo en su poder).  Por su parte, Fernandez en la Argentina dice las cosas con amabilidad y sin usar palabras brutales.

A la expropiación le dice rescate y a la usurpación de una empresa sin base legal, la llama intervención. Me suena similar a aquél fiscal que llamó desahogo sexual a una violación. En este caso está por verse por verse si habiendo una causa judicial abierta será justicia.



Estimado Dr. Fabian Lorenzini, a Ud le hablo.

Ud. es el juez del Concurso de Acreedores. Ud. está a cargo del juzgado civil y comercial  Nro 2 de Reconquista. Hace casi dos años, cuando Ud. asumió como joven juez ni soñaba que hoy todas las miradas estarían sobre su escritorio. Ud. es un hombre de campo, y periodista, casualmente también. Comprometido con la realidad de su gente y SABE lo que significa Vicentin SAIC para su comunidad.

Tiene la oportunidad histórica de declarar de oficio la inconstitucionalidad de la medida del gobierno nacional. Ud. como juez, debe ser el guardián de nuestra constitución Nacional .

Hoy, la Argentina lo está mirando. Es Ud. el que tiene el poder de decidir. Es Ud. el que debe hacer prevalecer las garantías constitucionales por sobre la arbitrariedad.

Ud. rechazó un pedido del radical Barletta porque según su criterio, no tiene legitimación para plantear la inconstitucionalidad del DNU, pero USTED PUEDE analizar la cuestión de oficio, es su poder, es su deber.

ES USTED DR LORENZINI.  Atienda el teléfono…. Lo está llamando la REPUBLICA.

lorenzini

Juez Lorenzín

Leer la carta a la opinión publica escrita por los dueños de Vicentín

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La soberanía alimentaria nos mató de hambre

Por Luis Pico

La primera vez que oí mencionar la frase “soberanía alimentaria” era un niño de apenas ocho o nueve años. Entonces no tenía ni idea de qué quería decir Hugo Chávez —omnipresente en la televisión y la radio— ni cuál era su objetivo.

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Lo cierto es que antes de aquello no faltaba comida en casa: ni el café, orgullo por tratarse de los mejores del mundo, ni el pollo, ni el cerdo, ni leche, quesos, manteca u otros lácteos. A ellos se sumaban legumbres como frijoles y lentejas, junto a verduras y frutas tropicales como guayaba, maracuyá, sandía, papaya, melón, tamarindo, mandarina o ananá. ¿La carne? En cualquier carnicería o supermercado se la podía comprar, y era la excusa perfecta para juntarse un fin de semana para comer parrilla, eso que aquí llamamos asado. Todo se producía en Venezuela, que comía gracias a su tierra.

La excepción, desde luego, eran las peras y las manzanas, imposibles de cultivar en un clima tan caluroso. Y sin embargo abuelo, un inmigrante que huyó del hambre y la guerra en España, siempre tenía en casa y me daba alguna cuando lo visitaba.

“Aquí hay una revolución agraria, socialista. Y para eso está el gobierno: vamos a producir más alimento, para eso hay que tomar la tierras, con la Constitución en la mano, y ponerlas a producir”, prometió Chávez en 2010, en pleno apogeo de los precios del petróleo, cercanos a los 100 dólares cada barril.

agroisleña

¿Cuál fue su brillante iniciativa? Expropiar Agroisleña, una empresa fundada por migrantes españoles a mediados de la década de 1950, que comenzaron vendiendo semillas de cebollas y que a la llegada del chavismo al poder eran la principal productora de semillas del país, con sucursales en casi todos los estados (provincias) y convenios con miles de trabajadores del campo.

Ver Vídeo sobre expropiación a Agroisleña

“Ha llegado el momento para organizar un salto en la producción agroalinentaria en Venezuela, convertirla en una potencia. El ministerio de Alimentación es el responsable de la soberanía alimentaria”, insistía Chávez en 2011, cuando cambió el nombre de la empresa, que pasó de llamarse Agroisleña a Gran Misión AgroVenezuela, en un traspaso por el cual, por cierto, nunca se indemnizó a los propietarios españoles. De ahí, entre otros casos, a que se hiciera famosa la frase “expropiar es robar”.

A comer de la basura

Caminar por la calle con una barra de pan se volvió algo peligroso. Cuando llevas algo tan apetecible a simple vista para alguien que excava entre las bolsas de la basura para ver si logra llevarse algún resto a la boca, las tentaciones de un arrebato se vuelven considerablemente altas.

La primera vez puede parecerte extraño. Pero el tiempo, implacable, transforma tu asombro en rutina, de modo que lo que alguna vez ni siquiera se te había pasado por la cabeza, no te inmuta. No porque no te importe sino porque no puedes hacer nada, ya que tampoco sabes si la semana que viene o en un par de meses haces tu primera excursión entre lo que otro desechó.

—Te noto algo más flaco ¿Te sientes bien? ¿Todo en orden en casa?

—Ahí vamos, no estoy haciendo ejercicio, es solo la “dieta de Maduro”, hermano, lo que me tiene así.

—¿Cómo así? ¿A qué te refieres?

—Bueno, en casa hace rato que no probamos un bocado de carne. A punta de arepa, fideos y alguna sopa nos vamos aguantando. Pero eso del pollito en el almuerzo ahora es para la gente de real (guita), si hasta es un lujo comer arroz con huevo o lentejas, así estamos…

La conversación, que la tuve con varios familiares y amigos cercanos, pasó a ser, junto con la hiperinflación y los precios que se duplican y triplican literalmente con cada día que pasa, en el tema de sobremesa de la gente.

Abuelo, que pasó hambre durante la guerra, por suerte no revivió esas experiencias: murió en 2001, antes del desastre. Abuela, que vivió hasta 2016, solía decir que ni en España había visto semejantes desmanes, con todo y una guerra declarada.

Al mediodía, sentado con compañeros/amigos del trabajo, la vianda de cada uno era una fotografía de la heladera/alacena: suertudo quien tuviera un trozo de carne o pollo; afortunado el que comiera fideos con lentejas; desdichado el que tuviera puro arroz, que aunque algo le convidábamos, volvería a sentir hambre a la noche, y quién sabe si tendría con qué engañar al estómago para detenerle los crujidos.

—Y mira que uno todavía tiene algo, dentro de todo es afortunado, que más de uno de los que buscan en la basura son gente igual que uno, con casa y trabajo, pero sin plata para comprar, o sin ingenio para conseguir.

Y en eso tenía razón: carnicerías sin carne, panaderías sin pan, pescaderías en cifras ilegibles por la cantidad de ceros (10.00.000 el kilo).

—Son tan arrechos (bárbaros) que ahora todos somos millonarios: todo cuesta millones, es increíble —solíamos decir, medio en broma, medio en serio, entre la risa y el llanto, durante las charlas a media tarde en el diario, cuando nos dábamos “el lujo” de comprar café y azúcar entre todos para “consentirnos”.

E insisto: éramos dichosos en comparación con muchos, que percibían prohibitivo comprarse un maple de huevos o un kilo de papas para una o dos semanas. Si hasta el café y la arepa se hicieron atípicos —imagínense sin mate ni empanadas— en medio de lo que se supone era, según la televisión oficial, un paraíso terrenal, una potencia económica, un país sin hambre, con soberanía alimentaria pese a la “guerra económica” de Estados Unidos, Colombia, España, la poca prensa independiente, la oposición, los empresarios, o lo que es lo mismo: la burguesía rancia, en la que nos incluían pese a estar, perdonen la frase, cagándonos de hambre en un auténtico infierno.

“Argentina no es Venezuela”

vicentin¿Aludido? Con esto no pretendo acusar al presidente Alberto Fernández ni a su partido de hacer pasar hambre a los argentinos por la “intervención” de Vicentín. Ni quiero, tampoco, hacer un paralelismo entre Venezuela y la Argentina, cosa que me parecería harto odiosa. Solo quiero contar mi experiencia con la “soberanía alimentaria” y describir, por tanto, lo nefasta que me resultó. Y aprovecho, entonces, para preguntarme una vez más por qué el granero del mundo querría copiar un eslogan tan miserable. Y para advertir, eso sí, que allá no tomaron todo de un solo golpe sino que fueron poco a poco, hasta que un día, casi sin darte cuenta, notaste que era demasiado tarde, que los poderosos nunca pasaron hambre, pero que a esos a los que prometieron llenarles la panza solo les vaciaron el estómago, los hicieron bajar de peso, los convirtieron en zombis. Ojalá este no sea otro caso.

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