Por Leonardo Pierucci*
En “Wile E. Coyote and the Road Runner”, un dibujo animado creado por la Warner Brothers en 1949, un coyote intentaba, siempre sin éxito, atrapar al simpático correcaminos. Tras la seguidilla de fracasos, muchos de nosotros finalmente comenzamos a desear que el pobre mamífero logre su cometido de una vez por todas aun sabiendo en el fondo que, por la torpeza del propio cazador, eso no iba a pasar nunca.
Con el programa Conectar Igualdad sucede algo similar: todos queremos que los alumnos de las escuelas estatales accedan finalmente a la digitalidad plena aunque estemos seguros que, por este camino que vamos, eso está muy lejos de acontecer.
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El 6 de abril de 2010, la entonces presidente de la Nación anunció el lanzamiento del programa que traía consigo la intención de generar un impacto pedagógico desde la digitalización del aprendizaje. De tal modo, y a través de un piso tecnológico instalado en las escuelas, se pretendía que, dentro de cada salón, las netbooks de docentes y alumnos este vinculadas intranet e interactúen entre sí.
Para los pocos desprevenidos y los muchos engañados, Conectar Igualdad nunca tuvo previsto proveer de conexión a internet a los colegios ni la posibilidad que los estudiantes accedan a ese servicio. Por el contrario, la provisión a internet se iba a dar mucho tiempo después a través de un programa llamado PNIDE, que comenzó a implementarse en 2017 durante la gestión del entonces presidente Mauricio Macri merced a una resolución del Consejo Federal de Educación (de finales de 2015) y en conjunción con otro Plan denominado “Aprender Conectados” que distribuyó, además, aulas móviles de netbooks a casi todas las escuelas del país.
Aquel inicio del Programa Conectar Igualdad en 2010 tuvo entonces dos finalidades:
La primera de ellas fue de índole pedagógica y perseguía la idea de que, alguna vez en el corto plazo, todas las netbooks estén vinculadas entre sí dentro de un salón donde el dispositivo del profesor pueda interactuar con los de cada alumno.
Para ello era necesario: distribuir las netbooks, instalar los pisos tecnológicos, garantizar servicio técnico permanente para ambas cosas y capacitar a los docentes. Las dos primeras misiones se cumplieron medianamente en término. La negligencia en la marcha de las dos restantes fueron las que sepultaron definitivamente toda posibilidad de imaginar esas aulas virtuales y generar así el impacto en los aprendizajes que el plan anhelaba.
La segunda finalidad fue meramente electoral. El gobierno de entonces venia de obtener un magro 28 % a nivel país en las legislativas de 2009, iba camino de perder las presidenciales de 2011 y obsequiar netbooks parecía ser, entre otras, una buena estrategia para recuperar votos.
La primera finalidad, de corte pedagógico, no obtuvo ningún resultado. Las netbooks, salvo contadas excepciones, nunca se usaron en los salones de clase y, en el periodo 2010/2020 empeoraron todos los indicadores de calidad educativa en las mediciones tanto locales como internacionales posicionando a Argentina con uno de los peores índices de la región traccionado especialmente por cifras preocupantes en el norte del país y el conurbano bonaerense.
La segunda, en cambio, ayudó a incrementar la intención de voto del oficialismo en un 26% y ganar ampliamente las elecciones presidenciales del siguiente año.
Hoy, las únicas netbooks que están apoyando el proceso de enseñanza en cada escuela son las del carrito móvil del Programa Aprender Conectados que se distribuyeron entre 2018 y 2019, que no se entregaron a los alumnos sino a cada institución y que, donde estuvieron cuidadas y seguras, hoy siguen siendo útiles para aportarle digitalidad a la propuesta de cada docente que requiera de ellas.
El futuro del Programa Conectar Igualdad, que la gestión actual acaba de relanzar, nos muestra pisos tecnológicos que ya no funcionan y mayoría de docentes sin la capacitación adecuada, es decir, el mismo escenario que en la etapa anterior llevó al fracaso.
Como forma de desagravio al coyote hay que decir que, al menos, sus ineficaces trampas eran todas diferentes.
¿Quién puede imaginar resultados distintos haciendo lo mismo?. Pedagógicamente vamos directo a un nuevo fracaso, pero el año que viene hay elecciones.
*El autor es docente y especialista en educación.