Por Carlos Paladino
Las órbitas gubernamentales en los últimos días, han acomodado una doctrina, cuyos supuestos podría confirmar la hipótesis de que la “desvergüenza política argentina”, existe. Claro que, fuera de esta laya, hay quienes trabajan con noble disposición para “servir. Es una combinación de concepciones perniciosas que creíamos imposibles de poder fusionar. En Argentina la fórmula alquímica de mezclar, pus, con desparpajo, mucho cinismo, suficiente doble moral, traición a cualquier costo; es posible. Contamos con los elementos necesarios para conseguir esos enclaves en la justicia. “Los políticos cuando dicen servir, dicen ser vil”
Si te gusta nuestro contenido podés ayudarnos haciendo click aquí
Por ejemplo; le falta vergüenza, al señor Carlos Santiago Kirchner (ex funcionario de Obras Públicas), primo del ex presidente, que fue convocado a justificar su elevado patrimonio por el delito enriquecimiento ilícito. Al parecer el hombre desciende de una familia de muchísimo dinero y heredó de ellos una fortuna en autos, propiedades, etc., etc. Al parecer los abuelos y padres mantenían una cercanía familiar con el cacique Patoruzú. Para hacerla corta digamos que en poco tiempo “compró 13 inmuebles en el país, uno en el exterior, 14 autos, algunos de ellos de súper lujo (entre las marcas citadas no observamos ningún Fiat 600) y una embarcación. En vehículos, únicamente, gastó la friolera de 3.525.4857,88 pesos. No obstante, don Carlos insiste que es legado de sus padres.
La ex presidenta traía de arrastre la noticia de que en el teléfono de Roberto Barata (ex secretario del Ministerio de Planificación), surgieron datos que ponen en cuestión a la vicepresidenta Cristina Kirchner, como principal acusada en la recaudación de coimas a diversos empresarios, en el caso cuadernos. De inmediato la señora tendrá que escuchar la declaración de su Presidente Alberto Fernández, en la audiencia de juicio a Cristina, – principal acusada – por la obra pública a Lázaro Báez “Es un hecho histórico.
Nunca un jefe de Estado fue testigo de un proceso contra su segundo. Tampoco ocurrió que una ex presidenta y actual vice sea juzgada por un hecho de corrupción” (Infobae) Alberto Fernández va declarar cumpliendo con el pedido de tres de las defensas del caso: la de Cristina, la de Lázaro Báez (empresario), y la de Julio De Vido (ex Ministro de Planificación Federal) en los gobiernos kirchneristas. La señora Cristina de Kirchner, muy segura de la fidelidad (¿complicidad?) de los bueyes con los que ara, fue la que requirió “que todos los que fueron sus jefes de Gabinete declaren”
Es sabido que Alberto Fernández fue uno de los que cumplió esa función. Esto viene a que, en el año 2019, oportunidad en que Cristina concurrió a declarar, escuchó e interpretó que: “Si es así, van a tener que citar al presidente de la República, que fue jefe de Gabinete de 2002 a 2008”. Es innegable que la señora no se equivoca, Fernández sirvió en los mandatos de Néstor Kirchner y de su esposa. Es una operación fantástica con una serie de tramoyistas que preparan la obra y el escenario. Un tramoyista obedece al creador y director de la obra que se exhibe en la escena artística.
Si uno, con un frenético interés en confiar que la palabra bajo juramento en un estrado de la Justicia, es de un altísimo honor y ecuanimidad, nos preguntamos de qué manera afrontará una situación como a la que está obligado a dar Fernández en nombre de auténtica verdad. Porque en la vida de nuestro presidente hubo un tiempo, cuando estaba enojado con la familia Kirchner, en que, en cualquier programa de radio o televisión, los demolía metódicamente; argumentando; “La verdad es que no lo conocí a Báez, no sé si me lo habré cruzado en una reunión” En un ataque de sincericidio, ventilaba que había escuchado sobre los casos de lavado de dinero; “muy graves” …”
Creo que la política argentina no puede funcionar más con estas cosas por detrás. Me pidieron que colabore con un gobierno y no que sea cómplice de un delincuente” Este cararrota como pocas veces se ha visto, ante un auditorio que llegaba a los sitios más apartados, se sintió un apóstol de la inmaculada dignidad y se mandó: “Si a mí me llegas a imputar algo así, vengo acá, me siento y te explico (al interlocutor), si es mentira. Y si no me entrego…”
Ahora, ante el fiscal, Alberto tenía la ventaja memorable de reafirmar sus vociferaciones públicas y convertirse en el Gran Alberto Magno, que el pueblo cristiano está esperando. Pero, no pudo ser. La cruzada formada por los legionarios de la corrupción enquistada dentro y fuera del gobierno, lo mostró ante la ley como un buen samaritano.
Alberto (presidente), Cristina (expresidente y vicepresidente), el intocable Lázaro (no el de la Biblia), vecinos, parientes y amigos de las cabezas visibles del quebrantamiento nacional económico y moral, han estipulado que este proceder es corriente en la política republicana. Cavaron y cavaron hasta alcanzar lo más profundo de la podredumbre. Poder escalar nuevamente y empezar a respirar aire puro; “That is the question”
Además, tenemos los incendios forestales, alarmados por las perdidas inmensas en la provincia de Corrientes (se calcula un 10% de las zonas útiles). La única esperanza es una copiosa lluvia que no está anunciada en los pronósticos. Los bomberos correntinos solicitan la colaboración de sus pares del lugar que sea, experimentados en fuegos de estas características.
El ministro Juan Cabandié sobrevoló la zona afectada. Dijo que la culpa la tienen los dueños de los campos. Es cierto que muchos incendios forestales se realizan intencionalmente, forzando adaptar la tierra a nuevas condiciones productivas. Recordamos el discurso oficial sobre la compra de aviones hidrantes especiales para estos siniestros. De todos modos, el ministro, no sabemos si tiene la certeza de que los fuegos sean iniciados adrede. Pero, si son intencionados ¿no va a preocuparse por sofocarlos, dejará en peligro a la población correntina?
Los gobiernos argentinos se han caracterizado por no colocar personas aptas para la función que desarrollan. Juan Cabandié, fundador de La Cámpora, no representa garantía alguna para el cuidado del Medio Habiente. Esta falta de interés por los apremiados ante semejante desastre y necesitados de la ayuda imperiosa del Estado, también forma parte de la Desvergüenza de la Política Argentina, que se ensaña ante el conformismo y la pasividad popular.