Por Rodolfo Florido

Chocaron el Titanic y ahora quieren que los pasajeros les tiren un salvavidas. Massa y Alberto van a convocar a un “Gran Acuerdo Nacional” después de haber perdido las elecciones del domingo. ¿Qué valor tiene una convocatoria después de la derrota si durante 2 años no intentaron dialogar seriamente nunca? ¿Harían esa convocatoria si hubieran triunfado? Obviamente NO. ¿Qué es lo que pretenden entonces? Muy fácil, compartir el costo de sus errores cuando nunca quisieron compartir cuando el viento les era favorable. Repartieron dinero a diestra y siniestra –a sus Gobernadores- y ahora quieren compartir el pago de la deuda.

Dirán que es lo que la Argentina necesita, grandeza. Es una trampa con fecha cierta, Noviembre del 2023. Saben que el 2022 va a ser un desastre entonces quieren que la oposición los acompañe en los costos para luego disfrutar de las mieles del rebote del ajuste. Dirán que fue su grandeza la que sacó al país adelante y volverán a su naturaleza primaria, el populismo ejecutado con el dinero de los otros o para ser más preciso, de nosotros.

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Massa es el gran artífice de esta maniobra. Está desesperado. Su ambición lo llevo a este destino y ahora que observa que su nivel de rechazo personal está por encima del 70% busca una salida, despejar en algo su camino de cambios y traiciones. Aprovechar su relación personal con Rodríguez Larreta para que este le dé una luz de esperanza personal. Una salida, una alternativa que lo regrese al centro de la escena. Sería un gran error darle esa centralidad con la excusa de que si no hacen ese Gran Acuerdo Nacional es Cristina la que regresa. Hipócritas, Alberto y Massa fueron los que propiciaron ese regreso y ahora que les pesa quieren que los perjudicados los saquen del terreno inundado que ellos inundaron.

En otras palabras, esto es un problema interno del peronismo. Ese peronismo liquido que se parece a la gelatina y que se adapta a cualquier envase según sea la circunstancia. Están a un paso del Default porque no quieren ser ellos los que acepten el plan del FMI de reducir el déficit fiscal, cambiar las leyes laborales, reducir las cargas impositivas a la producción y dejar de emitir dinero como un alcohólico en abstinencia empleado en una fábrica de Whisky. Como no quieren hacer nada de esto, quieren que sea la oposición la que pague el costo de esos ajustes o… si no… vuelve Cristina.

Esto es absurdo. Es como si el Dr. Jeckyll te amenazara con el señor Hyde. Son la misma persona, por si no leyeron el libro o vieron la película. Si logran su objetivo, van a decir que lograron sacar al país de la crisis con su idea de Gran Acuerdo Nacional, le van a hacer pito catalán a la oposición y volverán a las andadas ajustando las dosis de gelatina según el envase que les caiga mejor a su única ambición… EL PODER.

Y así, si lo logran, Cristina y su sueño bolivariano, volverá a reverdecer. Massa recuperará sus redivivas ilusiones de Presidencia de la Nación, Alberto encontrará una jugosa jubilación y la oposición verá crecer a Milei a costa de su fatal inocencia.

¿Y entonces cual es la alternativa? NO entrar a la trampa, usar el nuevo poder legislativo que se obtuvo para evitar que hundan al país en sus trampas y evitar resucitar muertos políticos que solo buscan ser los Lázaros (el bíblico y el Báez) para continuar sus ambiciones y no las necesidades de ver nacer una nueva Argentina.

¿Vamos a sufrir? Si por supuesto que vamos a sufrir, pero por lo menos será un sufrimiento con esperanza de vida o sea, literalmente un parto, un dolor inevitable que da vida, cambia vidas y llena de esperanzas reales no ficticias. La Argentina necesita cambiar profundamente, no necesita oxicodona o morfina para simular un bienestar inexistente que nos condena a la adicción o la muerte.