Por Nicolás Cereijo

Las encuestas publicadas hasta el momento ratificarían el triunfo opositor obtenido en las PASO. EL cambio hacia un gabinete conservador y territorial sumado a una importante inyección de dinero haciendo honra al populismo, no están siendo efectivos para Alberto y Cristina.

Tratan de tapar el desastre con noticias «felices», no solo sin comprender a la ciudadanía sino que derrochando el futuro con gastos que retrasan aún más a la sociedad.

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En vez de invertir en calidad educativa, en estrategias para salir del encierro al cual han sometido a los chicos, junto a buena parte del sindicalismo hegemónico, se prefiere regalar viajes.

Qué lejanos quedaron los gobiernos que realmente hacía política pública educativa. Como la presidencia de don Arturo Umberto Illia, donde la partida destinada a educación alcanzó el 24% del presupuesto nacional, la más alta de la historia, y un Plan Nacional de Alfabetización benefició a 350 mil alumnos de 18 a 85 años.

No solo que siguen mostrando la pésima gestión en general sino que además le suman a funcionarios espurios que construyeron poder de manera turbio. A Aníbal Fernández no le alcanzó con ser el autor intelectual de la masacre en Avellaneda ni con subestimar la desaparición en democracia de Julio López, sino que ahora tiene el tupé de amenazar sin escrúpulo a Nik. Lo triste y perverso es con la naturalidad con la que procede. Le sale muy bien el personaje de mafioso, ni disfraz necesita.

Luego tenemos al conservador católico de Manzur, curiosamente poco criticada su designación por el feminismo kirchnerista. Quizá sea porque con tal de conservar el poder son capaces de instalar a cualquier monje negro. Todo sea por un voto.

Estamos cada vez más cerca de la posibilidad de decirle basta a la prepotencia gobernante, agresora de la disidencia – cooptando todos los medios públicos – y soberbiamente autoritaria que hará lo que sea por conservar el poder. Lo dijo el propio Emilio Pérsico en el último acto – sin ningún cumplimiento de protocolos sanitarios, como en las fiestitas de Fabiola –

“Quiero construir una democracia diferente y voy a decir de una manera muy bruta lo que Néstor [Kirchner] decía muy bien. Néstor decía que necesitábamos 20 años para consolidar un modelo. Y yo lo digo más brutal, creo que esta democracia de la alternancia no camina. Quiero construir una democracia donde el movimiento popular gobierne 20 años la Argentina”.

Frase que atenta con las instituciones de la república de principio a fin y que exacerba al populismo tan dañino para la democracia. Por eso es que el 14 de noviembre cada hombre y mujer de nuestro suelo tiene la posibilidad de empezar a cambiar el rumbo, a recuperar el futuro que muchos jóvenes van a buscar a otros países, para llegar al 2023 nuevamente a ser gobierno.