Por Ernesto Radice*
Debemos considerar la cuestión ambiental sin dudas, el giro político de nuestro tiempo. En todo el mundo, las escenas de devastación de ecosistemas y ambientes y en particular, la desigualdad con que esa destrucción impacta en las vidas de las personas, hacen que la injusticia ambiental no pueda ya entenderse separada de la cuestión social.
Distintas formas de organización social activismo popular están alcanzando creciente visibilidad al levantar sus voces para mostrar que el desastre ecológico no es una fatalidad, sino una elección política. Un análisis exhaustivo de los principales conflictos ambientales de las últimas décadas están asociando también a la pandemia de Covid19 con la desforestación.
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La pregunta que la se pone de relieve es estructural y nos toca a todos: el crecimiento económico, la rentabilidad o la captación de divisas para estabilizar una economía ¿pueden ser criterios de valor comparables a la defensa del agua, del modo de vida local o de la salud de las personas?
Las batallas por una vida digna que se están librando ahora mismo en todo el planeta confirman qué, la justicia aplicada a lo ecológico, demuestra que otros mundos también son posibles.
*El autor es sociólogo, profesor universitario y expresidente del Consejo de profesionales en Sociología.