Pandemia política: excusa y estallido

Por Rodolfo Florido

El terror como política de Estado. Los que dependen de los planes para comer están en una etapa de desesperación. Lo que reciben no alcanza y lo que quieren no existe; encima los que reparten, esperan agradecimiento de quienes son humillados. Cuidado, porque el odio es un sentimiento que se aprende.

En la Argentina podías bajar de clase social por tu propio fracaso o subir por tu propio esfuerzo, eso ya no existe. Hoy podés bajar de clase social por la  combinación entre la inutilidad del Estado y la voracidad fiscal que se queda directa o indirectamente con la mitad de tu esfuerzo y de tus ingresos.

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Las palabras glamorosas que se usan para disfrazar la verdad, no la cambian.

Pobreza es miseria, no necesidades básicas insatisfechas; una villa miseria no es un barrio popular, es una villa miseria, un lugar donde el hacinamiento, la falta de servicios, las drogas, los dealers y la falta de futuro son condiciones generales en las cuales la excepcionalidad de algunos casos no hacen a la regla.

Inclusión es una palabra hermosa que no define nada con agregarle la E al final. La sociedad la vive como un relato de lo políticamente correcto pero que no tiene correspondencia con la vida cotidiana. A la gente no se la puede obligar a sentir que una E o una X le cambia la cabeza.

Femicidio es una vergüenza social que debería tener su correlato en la disminución de este y no en una mera declaración de voluntades políticas que, lejos de evitarlos o disminuirlos, solo ven como crece sin atinar a preguntarse qué está sucediendo para que muchos “hombres” de hoy sostengan la profunda cobardía de levantarle la mano a una mujer.

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Todos son relatos. En estos relatos, la Argentina es el país de más avanzada en el universo, nadie nos supera. En la realidad, somos una sociedad quebrada. Política, social, moral y económicamente quebrada. Solo en las palabras somos de avanzada. Hipócritas acostumbrados a declarar lo que es políticamente correcto pero de la boca para adentro sabemos que son solo palabras impuestas para no ser denostados por quienes la crearon para parecer progresistas aunque en realidad sean relativistas de lo absurdo y fundamentalistas de las mentiras.

El 3 de agosto, el Presidente dijo… “Nadie defiende más a la clase media que nuestras políticas”. O es un cínico y un mentiroso o vive en un mundo paralelo al que los argentinos en su ceguera no pueden ver. Algo está muy mal. La clase media está haciendo dibujos económicos para no desmoronarse hacia el pánico que le supone poder caer a la clase baja. Posee una vivencia cultural de sí misma que le hace percibir la caída como un tobogán de imposible remontada. Además ve a sus hijos yéndose del país, pensando o planificando irse. Y ya no para hacer un curso o un estudio que le abra más puertas en nuestro país, irse para no volver. Esos hijos ven como sus padres se desesperan y ya esa opción –a los padres- les queda muy lejana. Solteros o recién casados ven que el dinero al que acceden no les permite siquiera soñar en una casa y que las que el Estado les dice que puede darles son de una precariedad que solo soportan la presentación inicial de una casa nueva y recién pintada. Muchas de estas construcciones no duran ni dos años sin empezar a desnudar brutalmente su precariedad.


El sueldo promedio de estos jóvenes no alcanza los 45 mil pesos y aquellos que tienen estudios universitarios no llegan a un promedio de 60 pesos netos. El problema es que, para no ser pobre intentando conformar una familia, según el INDEC, el ingreso no debe ser inferior –al mes de agosto- a los 68 mil pesos. Y tampoco esto es cierto. Para pertenecer a la clase media el ingreso de una familia porteña debería ser de 102 mil pesos. Y esto es otro relato desesperante. Una familia tipo con 102 mil pesos vive muy mal. No vive en una Villa Miseria pero ya no es clase media, quizás sea clase media baja y su percepción es que está al borde del abismo.


Nadie defiende más a la clase media que nuestras políticas«. Las palabras del Presidente suenan a bofetada para un joven con estudios terciarios. ¿600 dólares mensuales se suponen que son los ingresos de la clase media? Un empleado raso en un Mac Donald de los EEUU gana 1584 dólares por mes si trabaja 8 horas diarias y medio día el sábado. Obvio que los costos de vivir son otros, pero una pareja ya podría juntar 3000 dólares mensuales sin ningún estudio, 36 mil dólares anuales y para ganar eso en nuestro país debe trabajar 5 años y medio. Otra vez, o el Presidente es un cínico o un mentiroso o vive en un mundo paralelo al que los demás mortales no tenemos acceso o comprensión.


Radicalizar el discurso de campaña


En resumen, la situación social es extremadamente tensa. La calle es un polvorín, la sociedad se está hartando de vivir encerrada mientras la delincuencia se hizo del control de los barrios. Este año, 44 delincuentes murieron a manos de los asaltados y la cifra crece. Cada semana son más los ciudadanos que se arman y van a hacer cursos de tiro a escuelas de esa especialidad. El año que viene, post elección de noviembre, subirán los servicios públicos, la nafta y seguramente se acelerará la devaluación. La pobreza crecerá y la indigencia con ella. Los planes no van a alcanzar ni para comer 4/5 días del mes excepto marcas de tercera selección y productos extremadamente básicos como harinas, polentas, etc.

La sociedad no quiere que la entretengan con discusiones que están fuera de su realidad cotidiana como la despenalización del consumo de la marihuana o ponerle la X a un documento de identidad de quien no quiere ser hombre o mujer o alguno de esos relatos de entretenimiento y distracción. Comer, vivir, tener un techo o siquiera una esperanza es la demanda. Si no lo entienden, no se sorprendan luego cuando las situaciones se desborden. El agua siempre encuentra su cauce natural cuando los hombres no le ofrecen un cauce alternativo. Piénselo señor Presidente, no vaya a ser que usted sea a quien se refirió el escritor Henry Mencken cuando dijo que… “Un cínico es un hombre que, cuando huele flores, busca un ataúd alrededor.”

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