Las próximas elecciones son definitorias porque marcará el tipo de gobernabilidad que tendrá el gobierno de Alberto y Cristina en su último tramo. De ganar el oficialismo cómodamente, lograría tener la tan deseada mayoría propia en Diputados y allí el Congreso pasaría ser una escribanía. De ganar la oposición, el ejecutivo deberá seguir negociando y eso le puede agrietar aún más sus internas.
Por Nicolás Cereijo
La Vicepresidente ya habló y marcó la cancha. La Cámpora no presiona demasiado a cambio de la presidencia bonaerense del PJ a manos de Máximo, que se concretaría en unas semanas. Los “soldados” de Cristina saldrán a disputar lugares en el 2023. El tándem Axel Kicillof – Mayra Mendoza se va instalando frente a la atónita mirada de los clásicos intendentes.
Por el lado de Juntos x el Cambio el panorama es diferente. Ante la imperiosa necesidad de triunfo en octubre, en un contexto de caída de imagen de los ejecutivos nacional y provincial, la disyuntiva sigue siendo hasta dónde se amplían los horizontes. Conformado por fuerzas políticas con fuerte llegada en la clase media y alta, la clave del éxito pasará por conquistar a dos sectores: el electorado indeciso (ese 30% indeciso, pendular, pero determinante) y los sectores populares. Y el componente adicional que la estrategia debe ser especial en todo el conurbano y en particular en la temible tercera sección.
Coincido con lo escrito por el analista político Julio Burdman en El Estadista, reforzando la apertura de horizontes hacia un peronismo, en una suerte de dinámica neoperonista. A nivel nacional el referente es Miguel Ángel Pichetto y va sumando sus referentes en los distintos municipios. Aquí hay que prestar especial atención al desempeño del referente e Intendente de Lanús Néstor Grindetti junto a Diego Kravetz, quienes están haciendo su parte importante a la causa.
El otro peronista que pide pista es Emilio Monzó , con una base nada despreciable.
A su vez, está la fuerza que ha introducido la UCR luego de movilizar a 105.000 afiliados en sus comicios internos. El triunfo de Maxi Abad asegura la permanencia del partido centenario en la coalición, pero con pedidos más fuertes. Y lograr posiciones de poder mayores que trasciendan la coalición legislativa que es donde mejor se trabaja. Lo curioso aquí es que tanto el PRO “puro” como el radicalismo le suelen hablar al mismo electorado, esa clase media trabajadora que necesita revertir la angustia económica del presente.
María Eugenia Vidal sabe – lo sufrió en carne propia – que sin el peronismo es imposible gobernar la provincia. Eso está claro, el tema es el límite, si es que lo que hay, de quienes serán los bendecidos. Pasar a levantar heridos con la ambulancia – como se dice en la jerga política – o convocar por principios anti kirchneristas.
Todavía hay tiempo…