Por Luis Pico
Alberto lo extraña a Chávez. Sí leyó bien: el presidente de la Argentina añora a un militar cuyo máximo legado fue destruir la democracia de Venezuela.
Al que no pensara igual que Chávez solo le aguardaba un tiro —con un poco de suerte, según el día, podía ser un proyectil menos letal que una bala, como una bomba lacrimógena o una canica—, persecución, la cárcel, el exilio, un cierre forzoso o una expropiación.
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Derechos fundamentales como el voto, la libertad de expresión o a la protesta fueron pisoteados. Lo propio sucedió con la independencia de poderes, indispensable para que una república pueda considerarse como tal.
“No se puede permitir que alguien tranque una calle, una avenida o una autopista. Contra esos grupos doy la orden: me les echan gas del bueno y me los meten presos”, gritó el líder de la Revolución en un discurso en el año 2009. “¿Quieren que vaya yo a dirigir un pelotón para disolver una manifestación?”, agregó en ese entonces.
Imagínense: pedirle a un presidente / tirano que le permita a la gente protestar en su contra.
Misma lógica aplicó contra la prensa independiente. Los medios de comunicación podían sumarse a su aparato de propaganda (pagado con dinero del Estado) o si acaso, permanecer indiferentes, mudos, ante la crisis económica y social del país, que a 10 años de instalada la Revolución, convirtió a Caracas en una de las ciudades con más homicidios de todo el mundo.
Las críticas, las investigaciones, los debates, estaban prohibidos. Quienes dieran un paso adelante podían terminar como Radio Caracas Televisión (RCTV), canal más antiguo en ese entonces, que fue cerrado de la noche a la mañana, bajo el criterio personal del Comandante.
“Son unos golpistas”, los acusó”.
En vida reconoció haber perdido una elección. Fue en 2007. El objetivo: modificar, por segunda vez, la Constitución para legalizar, entre otras cosas, el poder postularse como candidato indefinidamente.
Nunca conciliador, su mensaje al día siguiente de una derrota gracias a los votos de los ciudadanos en las urnas, fue comparar al que pensaba distinto con el excremento. “Es una victoria de mierda”.
Y no conforme con el revés, dos años después organizó otra votación para legalizar la reelección indefinida. Todo un respeto por la voluntad popular, por la democracia, ¿no?
Cuando tuvo que usar la violencia tampoco le tembló el pulso. Si tenía que ir a las armas, provocar un baño de sangre, todo con tal de mantener el poder, lo haría. Mejor dicho: lo hizo.
Uno de tantos ejemplos, quizá el más notorio, fue en abril de 2002, cuando miembros de su partido dispararon contra una marcha que caminaba por el centro de Caracas hacia el Palacio Presidencial (lo que en Argentina es Casa Rosada) para exigirle su renuncia.
Varios de los pistoleros fueron filmados por cámaras de televisión. Uno de ellos, Richard Peñalver, concejal de Caracas por el partido chavista. Tras la masacre, que dejó aproximadamente 18 muertos, el dirigente fue detenido. Al año siguiente le otorgaron libertad condicional, y en 2007 quedó absuelto con un indulto presidencial firmado por el mismísimo Chávez.
Sin investigaciones independientes, de las muertes fueron acusados comisarios de policía ligados a líderes opositores. Todavía hoy, en 2020, siguen en prisión.
Caso similar, también con cárcel de por medio, fue el de la jueza María Lourdes Afiuni. Luego de liberar a un empresario contra el que no halló pruebas para mantenerlo en prisión, Chávez, en cadena nacional, pidió que la metieran 30 años en la cárcel. “Pena máxima”. Presidente, juez y fiscal.
Y también magistrado. En su momento también aumentó el número de magistrados de la Corte Suprema para posteriormente, como sucede hoy en día con Maduro, manejarla a su antojo y otorgarle legalidad a lo ilegal, “constitucionalidad” a todo lo que viole la Constitución.
De las expropiaciones, ya han visto cómo Alberto ahora lo imita. Incluso le robó el eslogan “soberanía alimentaria”.
Y pudiera seguir enumerando atropellos (por llamarlos de una manera sutil) tantas atrocidades que hizo Chávez en Venezuela pero la lista se haría interminable entre tantos perseguidos, expropiados/robados, circuitos de radio clausurados, diarios demandados, hasta la frutilla del postre como haber elegido como sucesor a Maduro, que ya saben más o menos en lo que terminó de convertir a Venezuela, donde hoy, si de algo no se tiene duda, es que no hay democracia.
¿Extraña eso Alberto? ¿Eso es lo que quiere para la Argentina? Imagínense que algún presidente venezolano dijera que extraña a Videla…
Gas del bueno: https://www.youtube.com/watch?v=0gT_9I2zFl8
Chávez y Afiuni https://www.youtube.com/watch?v=wHnVzZGBvfI
Chávez cierra RCTV: https://www.youtube.com/watch?v=bR-ZYzC3Xxs
Victoria de Mierda https://www.youtube.com/watch?v=cXBw7Y-1iB0
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