Expropiar en nombre de la solidaridad

Por Luis Pico

”Hay que ser solidario”. Con esa muletilla, desde el primer día el gobierno de Alberto Fernández ha intentado vender su relato de que “volvieron” para ayudar a los más pobres, a los desposeídos. En la práctica han querido justificar el sacarle plata del bolsillo a los jubilados, a los laburantes que quieran comprar dólares o viajar al exterior con mucho esfuerzo, o al que quiera comprarse algo por internet porque con su dinero puede hacer lo que mejor le parezca.

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vallejos y boudo
La Diputada Nacional Fernanda Vallejos junto a Amado Boudou

Si estás de acuerdo, bancá, aflojá tu dinero y “dáselo” a los demás. “Sé solidario”. ¿Que no te parece bien? No tenés valores, sos un HDP.

El cuentito de hadas, sin embargo, comienza a tornarse cada vez más tenebroso. Cuando decretaron por primera vez el aislamiento social, preventivo y obligatorio, aseguraron que estarían allí “para darle una mano a todos los argentinos” mientras durara esta crisis. Pasados unos meses, si bien millones de trabajadores informales recibieron dinero para subsistir ante la imposibilidad de trabajar, lo cierto es que miles de pymes, empresas, emprendimientos, quedaron a la deriva, paralizados para cumplir lo ordenado por el Presidente, pero con la bola de nieve que conlleva acumular deudas por salarios, alquileres, servicios básicos.

En teoría no se trataba de “pobres”. Pero sí de esos que trabajan y dan trabajo, que apuestan por el país. Lo mismo ocurre con las grandes empresas y multinacionales, que tienen posibilidad de instalarse en el país que les plazca, y que si el día de mañana deciden bajar sus persianas en Argentina, seguirán facturando mientras acá los únicos perjudicados serían los consumidores, los tontos que vamos y les compramos cosas, bien sea porque las necesitamos o porque nos gustan. Y que afortunadamente están ahí, al alcance de nuestras manos.

El paso del tiempo, siempre implacable, parece dejar al descubierto que no todos los que pregonan la “solidaridad” son solidarios. Ahora a algunos iluminados se les ocurrió la brillantísima idea de ponerse a discutir si está bien, si es posible, viable, que el Estado se quede con parte de las acciones a quienes “asisten”. Ah, ¿era sin esperar nada a cambio la ayuda? ¿No se supone que en tiempos de crisis se debe tener mesura, calma?

Fernanda Vallejos, la legisladora kirchnerista que lanzó el primer dardo, se ha defendido en televisión negando que tengan intereses en expropiar, confiscar, ocupar –todas palabras que evocan a regímenes autoritarios– alguna empresa. Lo suyo, sostiene, no va por ese camino. Pero ¿cuándo algún gobierno que haya hecho alguna atrocidad similar salió el primer día a decir voy a quitarles todo? Siempre empiezan igual. Hasta que un día, en nombre de la solidaridad y la prosperidad, terminan por hacer lo contrario. El tiempo dirá.

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