Dialogamos con el reconocido politólogo, docente y analista político Luis Tonelli. Cuarentena, acción política oficialista y opositora – con su génetica particular – fueron algunos de los temas tratados. «La situación crítica obliga a la oposición a cooperar. Los que tienen responsabilidades de gobiernos como gobernadores e intendentes son los que más dificultades tienen para hacer oposición del gobierno.»
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¿El gobierno nacional se “enamoró de la cuarentena”?
Goethe tiene una novela sobre el amor que se llama “Las elecciones electivas”…Digamos que entre crisis y peronismo siempre hubo una atracción innegable. El peronismo asumió a partir de 1983 siempre después de una crisis (1989, 2001), y ahora que había habido un traspaso normal, aparece el coronavirus para reclamar ante esa amenaza tremenda, superpoderes, y gobernar por decreto.
¿Cómo ve el manejo de la pandemia en comparación con el accionar de otros países?
Pese a que la ciencia nos permite comunicarnos por zoom, mandar satélites para averiguar si hay vida extraterrestre, y hacer que mi nieta deje a sus padres pelearse tranquilos durante la cena, gracias a que ella juega con el celular, no ha encontrado todavía y se hace funcionar los modelos sin datos fehacientes. El arma a la postre más efectiva, la cuarentena total, es del medioevo y nos lleva a las cavernas, dado que destroza a la economía. Lo ideal sería una combinación de cuarentenas específicas y reactivación económica. Pero ahí falta un gran supuesto: un Estado inteligente.
¿Está de acuerdo en sostener que el gobierno nacional actúa de modo autoritario?
Con todo el respeto y admiración por los “compañeros”, que se caracterizan por su audacia, el peronismo tiene un ADN verticalista y decisionista, y ahí, la genética lo explica, ya que su fundador fue un militar y fue creado desde el Estado. Apenas puede, el peronismo despliega su carácter, y esta situación de emergencia es su ambiente natural. Como decía el gran jurista Carl Shmitt, compañero de ruta del nazismo “Soberano es quien impone el Estado de Excepción”.
¿El cacerolazo de la semana pasada significa un llamado de atención o refleja solo la mirada de un sector ya constituido como contrario al gobierno?
Las dos cosas. Alberto Fernandez está de suerte últimamente: fue ungido candidato y ganó las elecciones, cuando él personalmente no tenía ni un digito de intención de voto. La pandemia y los éxitos iniciales le sirvieron para alcanzar índices de popularidad soñados. Pero estos índices se dan al inicio de un proceso dramático, que es inédito hasta para Argentina, que ha vivido muchos dramas. Hay una contradicción fáctica entre “cuarentena, economía y libertades”. Ojala me equivoque, pero esta popularidad puede serle cobrada muy duramente a futuro. Y ese cacerolazo es una pequeña factura inicial. Ahora, si el Presidente tiene éxito, la avenida 9 de Julio deberá ser rebautizada Alberto Fernandez.
¿Cómo ve el desempeño de Horacio Rodríguez Larreta? ¿Es una construcción de liderazgo similar a Alberto o ve diferencias?
Ambos tienen en común que son políticos más de gestión que de liderazgo (aunque el Presidente es más un “gestor” de expedientes y Rodriguez Larreta un gestionador de materiales). Se sienten cómodos con un Jefe. Alberto Fernández parecía el jefe de Gabinete de su vicepresidente, y ahora ha sumado un nuevo grupo en el cual referenciarse: sus “infectólogos” amigos, con lo cual legitima hasta reordenar las partidas presupuestarias a piacere. Por su parte, el Jefe de Gobierno porteño pudo resistir el vendaval de la derrota electoral, que afectó a Macri y a Vidal, desde su bastión de la ciudad. Pero le resulta difícil e incómodo constituirse como opositor. Si quiere aspirar a la presidencia por sus propias capacidades, con ser buen gestor simplemente no alcanza.
Para finalizar, ¿cómo analiza el rol de la oposición?
Así como el peronismo es un fenómeno paraestatal (nació para el Estado) el radicalismo es un fenómeno societista (por algo usa una Unión Cívica). La idiosincrasia del PRO es más ambigua. Se referencia en la G.E.N.T.E. pero como clientela de los productos que ofrece la gerencia con un esquema verticalistas. Dicho esto, por representación o por marketing, ambos dependen de la evolución de la opinión pública. Con semejante niveles de aprobación presidencial, la oposición se siente muy incómoda, y eso también impide que se diriman los liderazgos, que han quedado cuestionados por la derrota electoral. Los venezolanos tienen una frase “te agarro en la bajadita”, y me parece que la oposición está empezando hacer pie en el descontento incipiente.
Entre la posición de la poca crítica por la buena imagen presidencial o la de estar atenta remarcando las críticas, ¿con cuál se queda?
La situación crítica obliga a la oposición a cooperar. Los que tienen responsabilidades de gobiernos como gobernadores e intendentes son los que más dificultades tienen para hacer oposición del gobierno. Creo que la oposición tiene que aprovechar este impasse para elaborar propuestas concretas para 1) luchar contra la pandemia; 2) salir de la cuarentena; 3) resucitar la vida económica y 4) establecer una red de contención social efectiva. Y así funcionar como una suerte de shadow cabinet, como en el gobierno británico. Por otro lado, tiene que ser totalmente intransigente con los que son sus valores de libertad individual y colectiva, respeto por las instituciones, búsqueda del consenso y austeridad y probidad.
Lo frio, lo tibio y lo caliente viene dado por las características personales de sus integrantes. Y ahí hay de todo como estante de hipermercado antes de la cuarentena.
Un comentario en “Tonelli: “Lo ideal sería una combinación de cuarentenas específicas y reactivación económica. Pero ahí falta un gran supuesto: un Estado inteligente””