Por Lucas Sosa[i]
La semana pasada, la OMS (Organización Mundial de la Salud) declaró al Covid-19 como pandemia. Esto significa que la enfermedad conocida como Coronavirus, surgido en China, tiene posibilidades de transmitirse en cualquier lugar del mundo, como de hecho ha ocurrido y continúa ocurriendo, por el momento sin freno.

Desde sus comienzos allá por el mes de noviembre, esta infección causó la muerte de más de 7000 personas alrededor del mundo, número que se incrementa con el paso de las horas debido a la velocidad y facilidad de su contagio. Por otro lado, aún no se conoce ningún método certero para su cura y/o prevención ni tampoco hay precisiones respecto a posibles reapariciones del virus en personas supuestamente curadas. Este conjunto de hechos, trae lógicamente aparejada la incertidumbre de toda la población mundial.
Como consecuencia no menor, el avance de esta pandemia ha sacudido desde hace una semana a toda la economía mundial. Algunos datos para considerar, es que en el día de ayer, Wall Street (la bolsa más importante del mundo) ha tenido la segunda peor caída de su historia, retrocediendo un 13% y arrastrando con ella a todas las demás del mundo. Sin ir más lejos, la bolsa argentina cayó un 9% y las acciones de varias empresas de nuestro país han perdido hasta el 35% de su valor.
Todos estos datos juntos, no permiten a ningún analista económico deducir cuando se tocará fondo con esta cuestión, y costará meses evaluar las pérdidas reales que el Coronavirus generará en la economía global.
Acercándome al punto de mi análisis, menciono que este fenómeno que atraviesa el mundo, ha puesto nuevamente en tela de juicio a la globalización y a las vulnerabilidades que el sistema puede generar teniendo medios de comunicación, conexión y transporte cada vez más ágiles. Una de las medidas que afectaron (con suma razón y lógica) el tránsito humano alrededor del mundo, es el cierre de las fronteras en distintos países para intentar discontinuar la propagación del virus. En algunos casos, como Argentina, esta medida ha resultado casi inédita y sin precedentes cercanos. Va de suyo, que al menos en nuestro caso se asegura la finalización de dicha medida una vez que el virus finalice su avance y se encuentre controlado.
También es importante señalar, aunque casi de manera innecesaria, que en el mundo interdependiente en el cual vivimos, las grandes pérdidas que se generan terminan dañando las distintas economías. Quienes más sufren estas pérdidas económicas, son los países en vías de desarrollo por la fragilidad y dependencia con los países desarrollados, los cuales están a la cabeza de los estados más afectados por el Coronavirus.
Sumado al Brexit, debate que ya se ha dado desde el inicio del año, todas estas distintas cuestiones avivan de manera pronunciada focos de nacionalismo, racismo y discriminación, ya no sólo en los países de oriente sino también en occidente. Quienes acompañamos en la política la ideología liberal, humanista y republicana, debemos advertir el peligro que implicaría mundialmente el avance de los extremismos violentos como método de resolución de los desafíos que la globalización propone.
Nos debemos profundos debates, principalmente la capacidad y eficiencia de nuestros sistemas de salud para afrontar posibles epidemias y pandemias, teniendo en cuenta el avance de la densidad poblacional en el mundo y la gran concentración habitacional en las grandes urbes. También de manera indispensable promover la inversión en ciencia y tecnología para detectar de manera más rápida (tan rápida como la circulación humana alrededor del mundo) todas aquellas amenazas que pongan en jaque la integridad sanitaria mundial. Para todo esto, es imprescindible contar con todos y cada uno de los profesionales y mentes brillantes que hay alrededor de todo el mundo. Los hay en cada país, de todas religiones, de todas procedencias en general. La salida será integrándonos y promoviendo un desarrollo inteligente. No habrá salidas y seremos derrotados culturalmente cuando nos encolumnemos detrás de los violentos…detrás de los Putin…detrás de los Boris Johnson.
Respetar las directivas de los expertos, promover la concientización, ser creativos y escuchar a los mejores para reparar los daños, pero no apuntar jamás hacía la intolerancia o los personalismos violentos. La salida a las crisis siempre será el humanismo.
[i] Estudiante avanzado de la Licenciatura en Gobierno y Relaciones Internacionales (UADE).
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