Técnica y poder: una mirada sobre la dinámica de los partidos

Por Sebastián Barrera[i]

En una recopilación de ensayos del filósofo francés André Glucksmann ubicamos una cita que reza: “La política recibe de la técnica el conjunto en el que trabaja, planifica y cifra sus esperanzas, al precio de una búsqueda incesante en la que uno no llega a encontrarse con nadie”. No es aquí el lugar para considerar el valor de esta afirmación, más bien quisiera rescatar una vinculación que, aunque no original, sí siempre digna debate: la de la técnica y la política.

Aclaremos los términos, por técnica, puntualmente, me refiero al estado histórico del progreso tecnológico, es decir, es un momento en el continuo del desarrollo. Por política, en este caso, me refiero a la concepción que tiene el actor fundamental de la política moderna sobre su propio campo de acción, a la concepción misma que tiene el partido político de la política. El partido se organiza como proyecto político y su objetivo es siempre un objetivo incremental en términos de poder, y, en tanto el partido político es siempre proyecto, tiene un objeto claramente identificable: el objeto sobre el que proyecta su acción.

La vinculación entre técnica y política, creo, viene dada porque aquella se constituye como horizonte de posibilidad de esta. Es la técnica la que delimita el curso de acción de la política en la medida en que instituye el objeto sobre el cual se proyecta la acción del partido. La invención de la imprenta, de la radio, de la televisión y, más recientemente, de la internet y de las redes sociales pueden ubicarse como puntos de inflexión en las formas de hacer política. Y esto es el resultado inevitable de que, el progreso tecnológico, trae consigo una alteración sustancial de los límites de la acción del partido. Amplía el objeto de la política, abre un mundo nuevo, para el cual el partido debe estar a la altura.

La técnica le demanda al partido porque la naturaleza misma del partido se demanda estar a la altura de la técnica. Esta última instituye los objetos del proyecto político: allí donde antes un partido municipal aspiraba a satisfacer las demandas de su reducido electorado, hoy un partido de masas debe estar a la altura de las demandas del pueblo entero. Esto explica, por otro lado, el hecho de que los partidos tengan que, ya no presentar al electorado meramente un programa político, sino también una cosmovisión, una lectura holística: ecológica, racial, sexual, etcétera. La técnica habilita un nuevo objeto de la acción: la sociedad entera, y, si el partido quiere sobrevivir, debe estar a la altura de todos aquellos temas que se suscitan allí.

Técnica y política están íntimamente ligadas en una relación directa: a más técnica, más responsabilidad, más política. Detrás de la reconocida sentencia que acusa que todo es político podemos ubicar un progreso tecnológico con pocos antecedentes comparables.


[i] Estudiante avanzado de la Licenciatura en Ciencia Política (UBA)

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Un comentario en “Técnica y poder: una mirada sobre la dinámica de los partidos

  1. Interesante ensayo Sebastián. Infiero que en el intento de supervivencia propio del partido como maquinaria política, el componente ideológico progresivamente pierde peso afectando la esencia de la organización y la propuesta de procesar las demandas en la construcción de políticas públicas. De allí la dificultad estratégica de configurar al partido en dos momentos vitales (idem con lo que sucede entre la tecnología y la técnica): uno como maquinaria con fines electoralistas (acceder al poder) y otro en la implementación de las políticas públicas (ejercicio del poder).

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